Roger Casals ha creado sucesivamente ocho empresas, de las que ha vendido cuatro, y se declara afortunado porque sólo ha sufrido «la mitad de un fracaso», por apoyar un proyecto ajeno. En esta ocasión, Casals es noticia porque ha vendido PasswordBank, que fundó en 2008, a la multinacional Symantec. No había ninguna prisa por vender – precisa – «porque teníamos financiación suficiente y clientes en medio mundo; sabíamos perfectamente que una startup de nuestro tamaño era un bocado apetecible, y se presentó una oportunidad que no podíamos dejar pasar». Rehúsa confirmar si el precio ha sido el que se comenta: 25 millones de dólares, pero se le nota que está muy satisfecho por el éxito alcanzado.
25 millones de dólares puede parecer una cifra baja, si se compara con otras recientes en el prolífico segmento de la seguridad. Del entusiasmo de Casals se desprende que tanto él como el fondo Inveready, que ha apoyado su iniciativa, están recogiendo ahora un buen múltiplo por una empresa que, al año siguiente de nacer en Barcelona, abrió oficina en Sunnyvale (California) y luego en Singapur para atender el mercado asiático.
El producto de PasswordBank que ha atraído el apetito de Symantec es un software de gestión de identidades digitales múltiples en la modalidad que se conoce como single sign-on (SSO) o login único. Con la notoria proliferación de dispositivos exteriores al perímetro de los sistemas de información, que se conectan a estos para acceder a datos y aplicaciones de naturaleza sensible, lo que se suponía estaba protegido en los confines de las redes corporativas, ha pasado a ser insuficiente y vulnerable. El punto crítico es la identidad digital, y la tecnología SSO da la posibilidad de reducir drásticamente el número de contraseñas que los sistemas tienen que reconocer, gestionar y autenticar, hasta lograr – esta es la virtud de PasswordBank – que una sola contraseña permita el acceso al servidor que se encarga de autorizarlo o denegarlo. Por otro lado, en cada vez más sectores de la vida económica, la regulación obliga a seguir estrictas reglas (compliance) de prevención de accesos no autorizados. De esto se trata.
El CEO de Symantec, Steve Bennett, quien visitó fugazmente Barcelona para conocer lo que ha comprado, ha declarado: «este es el tipo de adquisiciones que se puede esperar de nosotros en el futuro próximo». Symantec integrará la tecnología de PasswordBank en su oferta de seguridad de aplicaciones en la nube y soluciones de movilidad consolidadas con los sistemas de sus clientes. No hay duda de que la implantación de PasswordBank en el Silicon Valley – a escasa distancia de la sede de Symantec en Mountain View – ha podido jugar un papel en este desenlace. «Estar en la meca del software es muy importante, porque es aquí donde están tus partners, tus clientes, tus competidores y, cómo no, los inversores», resume Casals.
Tiempo atrás, el autor de este blog se reunió, precisamente en Sunnyvale, con un grupo de emprendedores españoles, entre los que se encontraba Roger Casals, para conocer de primera mano sus experiencias. En aquella reunión, alguien formuló una tipología elemental según la cual habría tres modelos de implantación posible en el Silicon Valley: 1) empresas que tienen un producto y un plan de internacionalización, para el que es conveniente su presencia física en ese entorno; 2) empresas que necesitan recursos para financiar su crecimiento, y esperan captarlos en el dinámico ambiente del venture capital californiano, y 3) empresas y emprendedores convencidos de que bastará con desembarcar en el valle, o contratar un ejecutivo local poseedor de una buena agenda de contactos, para que el mundo se rinda ante las virtudes de lo que, con frecuencia, no pasa de ser una buena idea o un proyecto inmaduro.
Si el esquema refleja la realidad, PasswordBank se alinearía en la primera categoría, en la que también cabe apuntar a Userzoom, cuyo CEO, Alfonso de la Nuez, estuvo en aquel encuentro y días atrás accedió a una actualización telefónica de la cuestión.
Userzoom nació en Barcelona en 2001, inicialmente como consultora especializada en usabilidad de páginas web, pero rápidamente evolucionó hasta convertirse en proveedor de software como servicio para ese mismo fin. El objetivo de instalarse en Silicon Valley no era la cosecha de capital, puesto que ya contaba con recursos aportados por sus fundadores y por el fondo Active Venture Partners, sino «captar talento americano», declara de la Nuez: de los 45 empleados actuales, 23 trabajan en Barcelona y el resto se reparte entre las oficinas de Reino Unido y Estados Unidos. La estrechez del mercado español se les hizo patente muy pronto: no era suficiente para crecer, y California era la mejor plataforma posible para la internacionalización.
De los 7 millones de dólares que Userzoom espera facturar este año, menos del 10% se origina en España, y más del 60% en Estados Unidos. En realidad, nunca se consideró el fichaje de un directivo estadounidense, porque los fundadores ya estaban familiarizados con la cultura empresarial del país, en el que estudiaron. Entre los tres socios – los otros son Javier Darriba y Xavier Mestres – controlan el 70% del capital y se reparten funciones y mercados. No tienen previsto vender la empresa, pero Alfonso de la Nuez reconoce que periódicamente recibe llamadas de exploración; es el modus operandi de este sector en este lugar.
«Puede sonar tópico, pero es verdad que aquí lo normal es empezar fracasando una o más veces; nosotros tuvimos mucha suerte porque veníamos con un producto consolidado en otros mercados», dice de la Nuez. La actividad principal de Userzoom es el testing remoto de usabilidad de sitios web. La lista de sus clientes es tan larga como impresionante: desde Google, Amazon y PayPal hasta Telefónica y Vodafone, pasando por AT&T, American Airlines, Coca Cola y Citigroup, entre muchos.
Sobre Carles Cabré, el tercer personake de la foto, pivotan numerosas iniciativas de implantación de empresas tecnológicas en Estados Unidos. No es empresario, sino que representa en Estados Unidos al grupo Inspirit, una incubadora de negocios fundada en Barcelona por Didac Lee y que cuenta con recursos de capitalistas catalanes.
«Tenemos tecnologías que hemos desarrollado a través de empresas del grupo, como Zyncro, Matrix, Spamina y Leadzer, entre otras, con clientes en Estados Unidos. Inspirit se ocupa también para «ciertas grandes compañías de Internet» del desarrollo offshore de software a través de otra empresa del grupo, radicada en Argentina.
Observa Cabré que la abundancia de liquidez en Silicon Valley es propicia a la promoción de nuevos proyectos empresariales. «A partir del 2011, la situación ha cambiado mucho, con el surgimiento de nuevas fórmulas de inversión, como la generalización de convertible notes, que en cierta medida están tomando el relevo del modelo tradicional de venture capital. «Han aparecido muchas incubadoras, cuyo mejor ejemplo es YCombinator, que apoyan estos desarrollos de proyectos. Cuando yo llegué, montar aquí una compañía viable requería una base financiera mínima de 1 a 2 millones de dólares; ahora puedes empezar con 200.000 dólares y conozco algún caso en el que ha sido suficiente con 50.000».
No todas las iniciativas tienen éxito, ni marcha atrás. La primera startup de origen español en tocar el cielo californiano fue Panoramio, digerida por Google en 2007. Caso diferente es el de AlienVault, compañía especializada en seguridad, fundada por Julio Casal y respaldada por Kleiner Perkins, que mantiene su independencia al coste de ceder el control operativo a un equipo de directivos tránsfugas de HP. Este año, María Alegre – ex directiva de Disney – ha «levantado» 21 millones de Sequoia Partners para su compañía ChartBoost, que ayuda a ´monetizar` juegos para móviles. Cuesta abrirse camino, pero algunos lo van consiguiendo.